La importancia de la oración en los tiempos del fin

23.05.2020

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El Señor les dijo a sus apóstoles en el huerto de Getsemaní:

Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Marcos 14.38

Este ha sido un mandato que se mantiene aún vigente desde el día que el Señor pronunció aquellas palabras. Sin embargo, en estos días se nos hace un especial énfasis para que oremos en todo momento. Dice el apóstol Pedro:

Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración. 1 Pedro 4.7

Pero ¿Por qué es importante orar constantemente en estos tiempos finales? Porque no solo debemos cuidarnos de nuestros propios deseos carnales pecaminosos, sino porque es precisamente en este tiempo que el poder demoníaco ha estado actuando con mayor fuerza; cosa que podemos ver claramente al mirar cualquier noticiero.

Estos influjos satánicos se traducen en mayor cantidad de tentaciones para nosotros como creyentes, así como en engaños y maldad en general.

¿Y qué pasa si no oramos? Bueno, claramente las tentaciones estarán a la orden del día y no podremos mantenernos en pie en esta guerra espiritual contra las fuerzas del maligno.

Timothy Keller en su libro llamado La oración: Experimentando asombro e intimidad con Dios, escribe que un día su esposa dijo las siguientes palabras:

"Imagínate que te diagnostican con una enfermedad letal, que el doctor te ha dicho que morirás dentro de unas horas a menos que tomes una medicina determinada, una píldora cada noche antes de irte a dormir. Imagínate que se te informó que nunca podrías dejar de tomarla o morirías. ¿Olvidarías tomarla? ¿Dejarías de tomarla algunas noches?"

Esto dicho por el autor cuando hablaba con relación a la oración nocturna antes de irse a dormir. Pero mis hermanos, de esta misma manera es como cada uno de nosotros debería considerar a la oración diaria. Como algo de vital importancia, sin lo cual podríamos llegar a perder la vida. Como si fuera una especie de oxígeno espiritual que nos mantiene vivos y que necesitamos desesperadamente.

Es cosa de que miremos un poco a través de las escrituras para darnos cuenta que los grandes hombres de fe fueron hombres y mujeres de oración. Ejemplos hay muchos, aunque mencionaré solo algunos.

En Éxodo, la oración fue la manera en que Moisés aseguró la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto y fue a través de la misma que durante los 40 años en el desierto pudo comunicarse y obedecer a Dios, además de poder hacer frente a todas las quejas de los israelitas.

Otro ejemplo lo vemos en el profeta Samuel cuando dijo: «En cuanto a mí, que el Señor me libre de pecar contra Él dejando de orar por ustedes» (1 Sam. 12:23).

Y qué decir del rey David, quien compuso gran parte de los salmos del, por así decirlo, "libro de oración". Donde encontramos hermosos salmos de alabanza, de ruego, de liberación, de arrepentimiento, etc.

Ni hablar del libro de Job, en donde vemos el sufrimiento y dolor al que lo sometió Dios para perfeccionarlo. Prueba que superó a través de la oración. Es más, al final del libro vemos como Dios expresa su enojo contra los amigos de Job y les dice que los perdonaría solo si Job ora por ellos (Job 42:8).

Y qué decir de todos los profetas. Por ejemplo Jonás confesando su desobediencia mientras estaba en el vientre del gran pez (Jonás 2). O Elías que hizo descender fuego del cielo, relato que leemos en 1 Reyes 18. Asimismo, las oraciones del profeta Jeremías, por ejemplo en el capítulo 18:19-23 cuando le ruega a Dios que tome venganza contra aquellos que planean su mal.

Hay muchísimos más ejemplos que se pueden mencionar, pero quiero ir un poco más allá. Porque sabemos que como creyentes el Señor Jesús es nuestro modelo a seguir; así que veamos qué ejemplo nos dejó él con relación a la oración.

El Espíritu Santo vino sobre Él y lo ungió mientras oraba (Luc. 3:21-22).

Jesucristo enseñó a sus discípulos a orar (Mateo 6:5-15; 21:22; Marcos 11:24-25; 
Lucas 11:1-13; 18:1-8)

Sanó y bendijo personas mediante la oración. Por ejemplo: Impuso las manos sobre los niños para orar por ellos (Mat. 19:13). Resucitó a Lázaro de entre los muertos tras orar a su Padre (Juan 11:41-42). Oró intercediendo para que la fe de Pedro faltara cuando Satanás lo zarandeara (Lc. 22:32).

Solía orar de forma regular y algunas veces, durante toda la noche (Mat. 14:23; Mar. 1:35; 6:46; Luc. 5:16; 6:12; 9:18).

Cuando Jesús enfrentó su mayor crisis, lo hizo con oración en el huerto de Getsemaní, la cual está registrada en Mateo 26:36-45; Marcos 14:32-40; Lucas 22:39-46.

Oró por Sus discípulos y por la iglesia la noche antes de Su muerte (Juan 17:1-26).

Es más, él murió orando, clamando en su agonía cuando dijo: Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has desamparado? (Mar. 15:34). Estando en la cruz oró por sus enemigos al decir: Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lc. 23:34). Y al final cuando clamó en voz alta: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Luc. 23:46).

Nuestro Señor nos mostró que una vida de oración es parte fundamental de una vida consagrada a Dios. De la misma manera nos mostró que no se puede tener una relación con Dios sin oración. Nos enseñó a orar de madrugada en soledad con el Padre:

Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. Marcos 1.35

Así como pasar noches enteras en vela orando antes de tomar decisiones importantes: En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles. (Lucas 6.12-13)

Y esto sin mencionar que la iglesia, incluso antes de "nacer" como tal se mantenía en oración:

Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. Hechos 1.13-14

Mis amados hermanos, recordemos que no solo tenemos los ejemplos ya mencionados, sino que además tenemos el mandato directo y expreso de Dios de que debemos orar a cada momento, así se nos dice su palabra en 1 Tesalonicenses 5.17: Orad sin cesar.

Pero claro, nuestro enemigo el diablo sabe que a través de la oración podemos recibir todo el poder de Dios en nuestras vidas para vencer cualquier obstáculo. Así que, no seamos engañados con sus mentiras de que no necesitamos la oración en nuestras vidas o diciéndonos que leer, meditar y estudiar las escrituras son más importantes que orar.

Cuando Pablo habla sobre la guerra espiritual (Efesios 6:10-18), dice algo muy importante al final:

orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos. Efesios 6.18

Es que muchas veces Satanás susurra en nuestros oídos diciendo que la oración no es tan importante, que de todas maneras podemos tener vidas victoriosas en Cristo sin la necesidad de orar, que solo basta con leer y estudiar la Biblia. Personalmente es una mentira que creí por mucho tiempo, razón por la cual casi no oraba.

R. C. Sproul dijo: La oración es el secreto de la santidad. Cosa muy cierta, porque tal como leía al principio, la oración es la que nos libra de las tentaciones.

Pero, sabemos que lo que Satanás nos dice no es verdad, porque él solo habla mentira, porque no sabe hablar la verdad (Juan 8.44).

Bueno, ya hemos visto que la oración es vital para poder tener vidas victoriosas en Cristo Jesús. Y por sobre todas las cosas, tenemos el ejemplo perfecto de nuestro Señor, tal como ya vimos.

Pero este tiempo en el que estamos viviendo es altamente peligroso para nosotros como creyentes, bien le dijo Pablo a Timoteo: También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. (2 Ti 3.1). Es por eso que el Señor Jesús dijo: Mirad que nadie os engañe, cuando Pedro, Andrés, Juan y Jacobo le preguntaron en Marcos 13.3 acerca del tiempo del fin.

Así que mis hermanos, seamos sabios y no negligentes en esta área. Ya que como hemos visto, la oración es la única forma que tenemos de protegernos contra el enemigo que siempre traemos con nosotros, es decir nuestra carne. Y es de rodillas como se ganan las batallas contra el maligno y sus mentiras. Y hoy más que nunca necesitamos orar, especialmente los unos por los otros en estos tiempos de plagas, desastres naturales e incertidumbre global; porque solo a través de la oración es que podremos mantenernos firmes y sin tropezar.

Que el Señor les bendiga.

Autor: Alexis Sazo


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